divendres, 20 d’abril del 2012

¿Nos van a obligar a salir del Euro?

Carlos Carnicero

Solo un ciego puede dejar de ver el fracaso de la política económica impuesta por la UE (Alemania) y por el Fondo Monetario Internacional. Las medidas exigidas a los países del sur de Europa solo están consiguiendo colapsar sus economías y condenar a la pobreza a sus poblaciones. Grecia está en una recesión de más del cinco por ciento. Portugal, con recetas de ajuste impuestas hace más de un año, tiene colapsada su economía. España inaugura unos presupuestos generales que no solo han confirmado la incredulidad de los mercados hacia el éxito de esas recetas sino que recibe continuamente impulsos de que más sacrificios son necesarios. ¿Cuál es el límite de estrangulamiento de estas economías?



La ideología predominante es dogmática. Pretende instalar la creencia de que no hay otra salida que una austeridad que conduce a la pobreza. El sustrato de ese mantra es una demonización del sur que estaría formada por personas indolentes que no son capaces de gestionar sus propios asuntos públicos. Se ha decretado el final de la política y la exaltación de que los mercados sin regulación delos poderes legítimos que pueden dejar de serlo; son quienes deberían gobernar y son un instrumento de obediencia de los poderes financieros.

Todos estos supuestos están impuestos desde una concepción de utilitarismo económico que se niega a tomar medidas imprescindibles como el cierre o bloqueo de los paraísos fiscales, la inversión financiera para relanzar la economía productiva, la homologación fiscal europea y, sobre todo, la recuperación de la solidaridad como elemento de homologación y cohesión de Europa.

Si la exigencia de ajustes es el único fármaco para esta enfermedad, las economías del sur de Europa harán imposible el funcionamiento de la Unión. ¿Ha llegado el momento de considerar la salida de la Unión Europea como una vía que con muchos sacrificios nos permita gobernar nuestro futuro? La pregunta es escalofriante por el reto que supone, pero quizá haya llegado el momento de preguntarles a los alemanes si realmente no somos necesarios para su futuro.

Si una Europa Unida no hay influencia en este mundo cambiante. Pero para que esta realidad continental sea posible, hay que cambiar los parámetros de su política economía que permitan al sur cumplir con sus compromisos y reactivar sus economías al mismo tiempo. Eludir esta encrucijada es pensar que el sur puede ser un criado del norte.

La línea roja de los ajustes sobre las poblaciones del sur se ha traspasado cuando ninguna de las medidas adoptadas es suficiente. A cada recorte se añade una nueva exigencia. Y las poblaciones, sumida en el miedo, la indignación y la rabia contenida asiste a este espectáculo de indignidad en donde los poderosos lo son cada vez más y la clase media y los trabajadores retroceden a épocas que se pensaban que nunca volverían.

¿Puede la Europa del norte funcionar sin la Europa del sur? ¿Puede el Euro sobrevivir a una fractura que deje fuera a Italia, Grecia, Portugal y España?

Más allá de la miopía electoral de la señor Mérkel está el gran proyecto europeo que todavía se puede salvar. Solo hace falta entender que el nacionalismo del sálvese quien pueda es incompatible con los principios que harían grande a la Unión Europea. Pero ese diagnóstico no se quiere considerar porque quienes gobiernan Alemania prefieren ser alemanes que ejercer de europeos. ¿Nos van a obligar a salir del Euro?

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