dilluns, 14 de maig del 2012

Aquí no se dice, pero nos ven avanzando hacia el desastre


Leer prensa extranjera siempre ha sido un ejercicio sano para un periodista. Porque te enteras de lo que pasa y se piensa en otros países y de por donde apuntan unos y otros hacia el futuro del mundo. Pero de un tiempo a esta parte, además de sano, es imprescindible para saber qué ocurre y, sobre todo, qué puede ocurrir en España. Como en los tiempos del franquismo, cuando los únicos que contaban las protestas democráticas que aquí iban produciéndose eran diarios como Le Monde. Que justamente por eso la policía retiraba de nuestros quioscos.

En concreto, las informaciones y análisis del Financial Times, aunque también los del superconservador Wall Street Journal, entre otros, sobre la crisis económica y financiera española, llevan meses avanzando hipótesis, casi sin excepción de tinte muy negro, que luego se han ido verificando implacablemente y que nuestra prensa, por no hablar de nuestras televisiones, nunca habían apuntado. Por las razones que sean, que de eso algún día podríamos hablar.

Tras el estallido del asunto Bankia, el pesimismo sobre el futuro español se ha reforzado en los citados diarios. Se dice sin ambages que el gobierno español ha fracasado en su reforma del sistema financiero y se duda de que los nuevos intentos vayan a tener mejor éxito. El Financial Times también ha dicho que en cualquier otro país la manera en que se hizo la salida a bolsa de Bankia, prácticamente engañando a los accionistas, habría sido objeto de una investigación judicial o de las autoridades monetarias. Pero que en España eso no se estila.

Más terribles han sido los pronósticos que Nouriel Roubini hacía el jueves en ese periódico. Roubini, un economista que suele acertar, decía que el conjunto de los bancos españoles necesita antes de que termine este año una recapitalización de entre 100.000 y 250.000 millones de euros y que lo mejor sería que ese dinero viniera de los fondos europeos de salvamento. Porque si lo tuviera que poner el Estado español, las finanzas públicas españolas se verían obligadas a hacer unos recortes que no sólo serían “irrealistas” sino que hundirían definitivamente a la economía. Y, añadía Rubini, si no llega el crecimiento, la propia deuda pública española va a necesitar un salvamento internacional.

Pero, en su opinión, esos milagros no van a producirse. Ni tampoco otras medidas, entre ellas los eurobonos o la reducción sustancial de las exigencias de austeridad, que Roubini considera impresicindibles para que España se salve. Porque Alemania y la Europa rica no están por la labor. Con lo que su conclusión es que “la crisis de la periferia europea y de España aparecen como un choque de trenes a cámara lenta”.

Nadie lo ha dicho hasta ahora tan claro, pero el pesimismo sobre la suerte de nuestro país es compartido por prácticamente toda la prensa europea. Y por el New York Times. Que para completar el panorama destacaba el miércoles que nuestros problemas no sólo radican en la banca o en la deuda pública, sino también en el enorme endeudamiento de nuestras grandes empresas. Y a la cabeza de ellas, la ACS de Florentino Pérez, que debe 9.000 millones de euros y que según el diario neoyorquino está tratando de vender hasta los sillones del consejo de administración para que los acreedores no la hundan.

Una cosa más. El rechazo de la gran mayoría de los electores a la austeridad impuesta por Bruselas no sólo ha echado por tierra todo el calendario de trabajo de la UE –“la cumbre del 23 de mayo debería dedicarse al crecimiento, pero se dedicará al futuro de Grecia”, ha escrito Le Monde y ha abierto la posibilidad de que Grecia abandone el euro –que sólo algún diario alemán, como Die Welt, está seguro de que “no sería fatal” para la suerte del euro-, sino que ha eclipsado, al menos por el momento, las esperanzas de que François Hollande cambie el panorama de la política económica europea. “Hollande esperaba influir sobre Angela Merkel. Pero ha quedado atrapado por el imposible salvamento de Grecia”.

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