dimarts, 9 d’octubre del 2012

El puro del Presidente: sobre la delirante mediocridad que nos malgobierna

Javier Parra


Un líder ambicioso, mediocre y con delirios de grandeza suele rodearse de otros hombres y mujeres aún más mediocres que él, con el objetivo de que ninguno le dispute el liderazgo de la mediocridad pero a los que pueda seguir manejando para cumplir sus delirios.

27 de Junio de 2002. El entonces presidente del Gobierno, José María Aznar, se fumaba un puro con los pies encima de la mesa en la Casa Blanca para el mundo se deslumbrase ante el poderío de su figura de gran estadista que predicaba la muerte y la destrucción de Iraq para salvar al planeta de unas inexistentes armas de destrucción masiva.

El ridículo y la mediocridad de aquellos días del ex-presidente sólo era comparable en magnitud al dolor que millones de iraquies empezarían a sufrir en forma de muerte y destrucción pocos meses después cuando las bombas empezaron a caer sobre Bagdad mientras el mundo gritaba “¡NO A LA GUERRA!”.

Aquel pequeño y mediocre hombrecillo que llegó a hablar con acento tejano dejaría de ser Presidente dos años después, pero en sus planes nunca estaría el abandonar sus delirios. Unos delirios por supuesto al servicio del poder económico y financiero encaminados a convertir España en una mera colonia o en una burda imitación del sistema político y económico estadounidense. Para ello empezó a rodearse de personajes más mediocres y sobretodo más manejables. Al político más incapaz que conoce la historia de España lo situó como eterno candidato a la presidencia del Gobierno, a su mediocre esposa la colocó a tiro de piedra de la alcaldía de Madrid, y a otros de sus incapaces hombres y mujeres los preparó para que algún día accedieran al Consejo de Ministros. Solo había que esperar el momento mientras disparaba cañonazos de propaganda ultraneoliberal desde su fundación FAES y desde los libelos escritos y audiovisuales que estuvieran dentro de su área de influencia.

Una vez en el Gobierno, sus mediocres súbditos – junto a otros individuos que debían proteger sus negocios – tomaron las riendas de España y empezaron a actuar con unas directrices claras: desmontar el Estado, reducirlo a un mejor sistema de represión, liberalizar todo lo liberalizable, reducir la protección social por debajo del mínimo, y empezar a desarticular la sanidad y la educación públicas, para lo cual empezó a hacerse uso de la más brutal represión y de todo el aparato de propaganda público y privado que desarticulara las resistencias del camino.

Todo ello, y al igual que en aquellos días de 2003 en los que el mediocre hombrecillo decía “creedme, hay armas de destrucción masiva”, a espaldas del pueblo y con las calles impregnadas en gasolina.

Nos gobiernan inútiles, malintencionados y sordos, manejados por otros menos mediocres o más poderosos, pero todos ellos desconocedores de una realidad social que sin duda les estallará en la cara.

Hoy, como ayer, un presidente mediocre gobierna contra su pueblo. Hoy como ayer, entre delirios de grandeza el presidente del Gobierno español tira el humo de su puro al aire de Nueva York (ayer de Washington). Hoy, como ayer, ya arden las calles.

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