dissabte, 25 de febrer del 2012

La bondad de los bancos

Isaac Rosa

No entiendo la desconfianza que provoca el anuncio del ministro De Guindos de un código de buenas prácticas para la banca en materia de hipotecas. Sí, es verdad que todo queda a su buena voluntad, pero por eso no entiendo el recelo: ¿es que los bancos no tienen buena voluntad? ¿No les vemos capaces de un gesto bondadoso?
Como soy de natural confiado, me resisto a pensar que los banqueros carezcan de corazón. Así que acudo a las webs corporativas de las entidades, y ahí están: las pruebas de que no son tan malos como pensamos. Navegando encuentro que uno de los mayores bancos cuenta con un “código de conducta” y unos “principios éticos”, que publicita junto a una “política de derechos humanos”. Voy a otro banco, y encuentro varios documentos que explican su “compromiso con la sociedad” y su “compromiso en materia de derechos humanos”. Un tercer banco presume de contar con una “Política de Ética y Derechos Humanos”, y otro más asegura ser una “entidad comprometida” que se basa en unas “finanzas responsables”.
Si nuestros bancos cuentan ya -sin que se lo pida el ministro- con principios éticos, códigos de conducta y compromisos en derechos humanos, ¿por qué no iban a tener un gesto de bondad con las familias que peor lo están pasando?
Pues no, se ve que ni el ministro confía mucho en esa bondad, y por eso ofrecerá incentivos fiscales. A ver si al final el banco va a acabar deduciéndose por un dinero que en ningún caso iba a cobrar, pues hablamos de familias (sin ingresos) que nunca iban a poder hacer frente a la deuda; o acaba recibiendo incentivos por dar facilidades a las familias para quedarse (y seguir pagando) un piso que el banco no quiere ni en pintura.
Tras más de 300.000 ejecuciones hipotecarias y cientos de protestas, todo lo que tiene el Gobierno para las familias asfixiadas es un código de buenas prácticas. Imagino que lo próximo será un código de buenas prácticas para las empresas, para que apliquen con humanidad la nueva reforma laboral; y hasta un código ético para los antidisturbios valencianos. De cumplimiento voluntario, por supuesto.

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