En la liga de la crisis, los bancos siguen ganando por goleada a los trabajadores europeos. Así dicho suena un pelín demagógico, vale. Pero repasemos la moviola de los últimos partidos, y luego me cuentan.
Empezamos por la competición europea, la Champions. Ahí la banca gana sin bajarse del autobús, con los árbitros de su parte. Vean si no la cumbre europea del lunes: tras varias semanas anunciando que estaría dedicada (por fin) al empleo, todo queda en una declaración de intenciones, sin adjudicar ni un solo euro nuevo, sólo reasignando recursos ya existentes. Por contraste, vean el trato a la banca: hace un mes recibió medio billón del BCE, y ya se prepara para solicitar en la próxima subasta otro billón de euros baratos y en cómodos plazos para seguir invirtiendo en la muy rentable deuda soberana.
Seguimos el repaso de marcadores en la liga griega: allí los bancos, tras dos años comprando deuda a intereses disparatados, se resisten a la anunciada quita, tensando la cuerda al límite para obtener condiciones más ventajosas, y de paso ahogando más al país. Qué diferente de las “quitas” que han sufrido los ciudadanos griegos en sus derechos sociales y laborales, para las que no hay negociación ni piedad.
Llegamos por último a la liga española, donde también hay goleadas. Al árbitro Rajoy le pillaron con un micrófono en el vestuario, diciéndole entre risas al árbitro finlandés que la reforma laboral le va a costar una huelga. En la misma conversación habló de la reforma financiera, que se aprueba el viernes. ¿Le han oído decir que la reforma financiera le vaya a costar, no digo que una huelga, pero al menos un enfado de los banqueros?
Pues no: al contrario, el primer banquero del país dijo ayer que le parece estupenda. Una reforma que obligará a nuevas fusiones y cierres de oficinas, y hará que los peces grandes se coman a los últimos pezqueñines; todo por sanear la basura inmobiliaria de la banca antes de que nos estalle en la cara. Ah, y aseguran que esta vez será sin ayudas públicas, pero hasta que no lo veamos no lo creeremos. Lo dicho: gooooool.
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