dijous, 20 de setembre del 2012

Más allá de la prima de riesgo, lo que está en riesgo es la economía real

Carlos Berzosa


La evolución tan negativa que la prima de riesgo de la deuda pública española ha tenido, en los últimos meses, ha centrado en exceso la atención de los medios de comunicación y los comentaristas económicos sobre ello. Este hecho es desde luego muy importante, pues una prima de riesgo tan elevada es muy perjudicial para la evolución de la economía española, al tiempo que representa la desconfianza que hay instalada en los mercados financieros, resultado, entre otras cosas, de la falta de crecimiento que se está dando.
No obstante, más allá del comportamiento de la prima de riesgo y de las bolsas, hay una realidad económica muy grave que tiene su reflejo en el elevado desempleo, pero que tal como están las cosas puede determinar que la situación empeore. En efecto, observamos a través de los datos la cantidad de empresas pequeñas y medias, así como autónomos, que han tenido que cerrar sus puertas, y otras muchas han tenido que verse abocadas a bajar su actividad. Pero muchas más están a punto del cierre y los expedientes de regulación de empleo crecen de una forma desmesurada. Las grandes empresas se encuentran afectadas también, y muchas de ellas, a pesar de tener beneficios, han iniciado procesos de regulación del empleo.
Además de los datos, este verano, en los pocos días que he salido de Madrid, he podido contemplar en Comunidades, como Extremadura y Cataluña, el panorama tan desolador en el que se encuentran la mayor parte de las empresas. He hablado con directivos, propietarios y empleados de empresas pequeñas, medias, y de alguna grande que otra, y la respuesta es siempre la misma. El descenso de las ventas de bienes y servicios está siendo vertiginoso, no hay crédito, crece la morosidad y el retraso en los pagos de los clientes, y a su vez ellas mismas tienen deudas acumuladas con sus proveedores. Hay una pelota de deuda privada tremenda, que va engordando a medida que se desenvuelve la crisis y que puede generar una caída en cadena superior a lo que ya se ha dado, pues muchas empresas se encuentran al límite.
Este retraso en los pagos se produce, además de las relaciones entre las entidades privadas y entre éstas y los consumidores, en las Administraciones Públicas. La medida tomada por el Gobierno, la única a mi modo de ver acertada, de proporcionar créditos a las diferentes Administraciones Públicas para que se desatasque el elevado endeudamiento que tienen contraído con los proveedores, y dar un balón de oxígeno a estas empresas, empieza a tener sus limitaciones y otra vez se están retrasando los pagos. No he conseguido datos sobre ello, y la situación puede diferir bastante de unas Administraciones a otras, pero lo cierto es que la mayor parte de las Comunidades tienen que acudir al rescate para afrontar los compromisos adquiridos que tienen en los próximos meses, a pesar de que éstos han disminuido como consecuencia de los recortes que están llevando a cabo todas ellas.
Recojo también un testimonio de la nueva presidenta de Siemens España que, en una entrevista en la radio, manifestaba, entre otras cosas, que las Administraciones en general habían pagado hasta finales del año anterior, pero que desde entonces no habían cobrado ninguna factura, esto es, nueve meses de retraso, y los que pueden venir. Lo más llamativo de esta entrevista es que, tal como decía la presidenta, estos retrasos no se producían en otros países con problemas, como es el caso de Portugal e Italia. Esto es efectivamente muy preocupante y que pone a muchas empresas ante las cuerdas.
Ante estos problemas que son los verdaderamente inquietantes, el Gobierno no plantea nada, solamente el discurso de que hay que disminuir el déficit público para conseguir el crecimiento y el empleo. Lo que se está logrando es precisamente lo contrario más recesión y paro, que los problemas de la economía real se agraven y que vayamos hacia un abismo sin que se ponga remedio. Conseguir restaurar el aparato productivo y de servicios que se está destruyendo va a ser una tarea que llevará años. Así que lo que espera es una gran travesía en el desierto provocada por unos gobernantes que se contradicen entre sí, que no saben argumentar lo que hacen, y que sufren un desconocimiento económico, tanto en el nivel teórico como en el funcionamiento de la realidad, que resulta escandaloso.
Se necesita un plan que sepa establecer las prioridades y que proponga objetivos a corto, medio y largo plazo. Además de lo dicho, y de la necesidad de encontrar respuestas a la situación tan delicada por la que atraviesan las empresas, se requiere que, sin demagogias y discursos populistas, antes de quitar médicos, profesores y científicos, o establecer el copago farmacéutico, hay muchas cosas que habría que eliminar, como cargos e instituciones, y desde luego los sueldos excesivamente elevados y las enormes dietas que se pagan. Hay demasiados improductivos en el sistema que cobran salarios excesivos que no solamente no contribuyen a mejorar el bienestar de la sociedad, sino que son negativos. Hasta la fecha no se ha visto ningún esfuerzo en esta dirección. Hay que racionalizar en todo, pero hay que tratar de preservar el avance, a pesar de los defectos y deficiencias que existen, que se ha conseguido en la educación, investigación y sanidad.

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